viernes, 28 de noviembre de 2014


Consumismo - Capitalismo y Filosofía política
 
“…debido al proceso de automatización del mundo, la única labor que deberán realizar los hombres, será la labor del consumo o el esfuerzo del consumo.”Hannah Arendt
 
Una mirada diferente al fenómeno del consumismo:
 

Hannah Arendt (filosofa política alemana) en su tesis de “La condición humana” plantea la supremacía del “Homo Laborans” sobre el “Homo Faber” y el “Hombre de Acción” en la sociedad moderna (1958).

Resalta la fragilidad del ser humano y esta fragilidad la relaciona con su capacidad para autodestruirse.

El terror en el mundo moderno, políticamente hablando, comenzó, según ella, con las primeras explosiones atómicas, sin embargo en el mundo iniciado tras el atentado del 11 de septiembre en EEUU el terror se ha “democratizado”. Ya no es tan fácil sectorizarlo.

Unido al terrorismo se encuentra el desarrollo de los últimos medios de comunicación. En donde la vida privada parece haber desaparecido por completo.

Arendt enumera tres partes esenciales de la “condición humana”. Labor, Trabajo y Acción, que corresponden al “Animal Laborans”, al “Homo Faber” y al “Hombre de Acción”.

El “Animal Laborans”. La labor esta asociada a la necesidad de nuestro cuerpo, a nuestros procesos biológicos, al nacimiento, la reproducción y la muerte. Para este modelo de hombre el mundo no existe. Vive concentrado, disfrutando y sufriendo, sus procesos biológicos.

Mediante el trabajo el “Homo Faber” introduce nuevos objetos durables en el tiempo en el mundo.Mediante el trabajo creamos un mundo perdurable más allá de los procesos de la naturaleza. El “Homo Faber” por excelencia es el industrial del siglo XIX.

El “Hombre de Acción” es el creador de la historia. La acción es la única actividad privativa del ser humano.

La acción rompe la cadena determinista de causa-efecto de los procesos naturales. Por lo tanto, mediante la acción el hombre puede comenzar de nuevo cada día.

 

Para esta autora vivir en una sociedad de consumidores es vivir en una sociedad regida por el “Animal Laborans”.

Cuando afirma que quizás, debido al proceso de automatización del mundo, la única labor que deberán realizar los hombres, será la labor del consumo o el esfuerzo del consumo. Resulta evidente que una sociedad con este ideal, la utopía del consumo infinito, transforma su trabajo, automáticamente, en labor. Y es que “Animal Laborans” siempre ocupará su tiempo en consumir, como el “Homo Faber” lo ocupa en proyectar, usar

o contemplar sus obras, y el hombre de acción en hacer y contar la historia.

 

El “Animal Laborans” contemporáneo construye su identidad muy precariamente por medio de la adquisición de identidades mediante el consumo.

Esta percepción de artificialidad, mediocridad y futilidad de los placeres unido a la imposibilidad de trascender éstos por medio de la acción en otras esferas provocan la consecuente frustración, agresividad y angustia que subyacen en muchas de las patologías que padece el hombre de nuestro tiempo.

 

En este mundo globalizado el hombre masa encuentra su medio más idóneo. El hombre masa es un ser humano que no puede, sabe o quiere diferenciarse, y por lo tanto resulta indiferenciado.

 

Su existencia transcurre en el limbo del mercado. El consumo se propone en la actualidad como el espacio en el cual el hombre puede buscar su identidad. Nos apoyamos en el consumo simbólico para adquirir una identidad. Y es que el consumo no es ninguna actividad pública, aunque se realice rodeada de gente en un gran centro comercial, sino que esencialmente individual, de carácter subjetivo, y por naturaleza, como en el ciclo natural, de carácter insaciable. Por eso mismo las identidades que se adquieren en el mercado son cada vez más frustrantes, no duraderas, en última instancia, casi instantáneas, son imágenes que se consumen inmediatamente.

Como veremos a lo largo del blog un factor común es la falta de identidad del hombre moderno, la necesidad de estímulos externos constantes para alcanzar una felicidad momentánea y efímera

Como mencionaba Erich Fromm nuestra civilización ofrece muchos paliativos que ayudan a la gente a ignorar concientemente la soledad: en primer término, la estricta rutina del trabajo burocratizado y mecánico que ayuda a la gente a no tomar conciencia de sus deseos humanos más fundamentales, del anhelo de trascendencia y unidad. En la medida en que la rutina sola no basta para lograr ese fin, el hombre se sobrepone a su desesperación inconsciente por medio de la rutina de la diversión, la consumición pasiva de sonidos y visiones que ofrece la industria del entretenimiento; y además por medio de la satisfacción de comprar siempre cosas nuevas y cambiarlas inmediatamente por otras.

 

Esta necesidad que se nos impone desde los medios masivos de que todo pasa rápido, que hay que estar siempre a “full” siempre al 100% de nuestras energías y capacidades.

Siempre a la moda, desde que nacemos, las campañas publicitarias relacionan redes sociales con pañales los bebes deben estar a la moda desde muy pequeños porque serán observados como en  “Truman show”.

Y consiente e inconscientemente desde edad temprana vamos aportando una nueva generación sobre la cual sigue sentando sus bases firmes el capitalismo como modelo económico imperante.

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